Por extraño encantamiento del viento, por los ojos se colaron recuerdos que volvieron secos. Nacieron opacos, oscuros del cemento que golpearon el recuerdo. Quisieron quedarse mostrando esos ojos muertos, envueltos en niebla, sumergidos en polvo, cocidos a nada, despellejándose de adentro.
La inconsciencia trabaja a la par con el tiempo, pausándolo lento, rápido, lento. Volvieron secretos viejos, tapados de excremento, resecos de silencio. Y entonces mueres consiente, respirando inerte, pestañando en sueños. Y la imagen se hace nítida proyectándose en la piel dormida, reseca de sentimientos. En un segundo eterno, inmerso en su inmensidad quisieron arrancarse del cerebro pero arrastrados por el pensar. Volaron los sentires y se quedó el corazón neutro, primando la razón en el silencio. Y retomo los malestares siniestros, convertidos en cemento que pesaron el pensar y fatigaron la realidad que se volvió de ayer y de hoy, de ahora, hoy. Y el viento se volvió helado y te refugiaste en ese pensar cálido, el de ayer también. Y te cegaste, la verdad es que te cegaste para no perder, para no caer. Y al volver de nuevo, decides ceder, un poco, pero ceder. Y esas palabras, escritas, para regalo, se azotaron contra tu cabeza, contra tus recuerdos, pensando en cuando tomabas el lápiz y lo dejaste posar sobre el papel blanco, cuando lo doblaste con paciencia para que quedara perfecto y lo guardaste bien adentro para que no se arrugara en silencio. Recordaste también, tu presencia con la suya, sentados disfrutando del cielo cuando decidiste recoger ese papel doblado, un poco arrugado y lo posaste en sus manos para regalarle esas palabras que creíste eternas, en antaño. Y el cielo que tornaba de negro, rojo, lila y celeste, para después ser gris y luego brillar radiante ante tu piel, fue cambiando tu pensar y tus ojos cansados, que reposaron una y mil veces contra el pasto, que crecía con tu piel gastada por los años. Y recordaste y sentiste y pensaste y sentiste y pensaste y sentiste nuevamente como si el tiempo hubiese sido un aire, como si hubiese sido un viento, como si no hubiese sido o como si hubiese sido todo. Pero el cielo es inmenso y la mitad de lo que digo no tiene sentido y la mitad de lo que siento si lo tiene. Fue entonces cuando el agua limpió los ojos dormidos para mostrarte con mayor claridad que el sol se había escondido para dejar de molestarte y dejarte sonreír en sueños y mostrarte que no todo está perdido. Y no todo está perdido y nada también.
sábado, 12 de diciembre de 2009
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