viernes, 30 de octubre de 2009
Volvió la vista hacia adentro para desaparecerse…
Y sintiose envuelta en un vacio sordo, donde el aire producía escalofríos que se colaban por la piel, que se resquebrajaba por el pensar dormido. El cerebro oía un suspiro agudo que rompía las paredes del pensar petrificado. Sentía los destellos caer por sobre su piel que se incendiaba al creer que nacer significaba morir una y mil veces x mol. Entonces un silencio ensordecedor destruyó la vista que se posaba en el cielo de terciopelo, que se hacía cada vez más negro y opaco, donde humos grisáceos le rodeaban los pies y las manos pareciendo ataduras que no le dejaban continuar el paso. De pronto un grito metalizado escupió en sus ojos que lloraron las sangres que se ocultaban en la conciencia, para disolverla en un jarro de agua fría que luego la lanzaría al cielo para ver si este se cubría de un color extraño, distinto. Fue entonces cuando las orillas incendiadas de la boca que se quemaba producto del desconcierto, lanzaron escupitajos de sal que hacían arder hasta el último desconsuelo, que persistía en la memoria pensando en si era bueno salir o mejor quedarse, pero al hacerlo corrían el riesgo de pudrirse dentro y deformar el sentido del tiempo. Pero al irse perdían la esperanza que de todos modos se había esfumado hace tres meses. Entonces, envuelta en un vacío de nuevo sordo, escucho el despertar del sentido y del sonido que producían sus lágrimas tratando de escapar de la soledad, que arrasaba con las burbujas donde crecían los pensamientos. Volando entonces se fue arrastrada por una corriente de risas estruendosas que caían y caían a pedazos sobre las baldosas que se trisaban con el contacto del hielo que nació de tus ojos escasos y de esas sonrisas ausentes. Volvió la vista hacia adentro para desaparecerse…
domingo, 25 de octubre de 2009
Con la pena en la cama
Y es que hay mañanas que despiertas con la pena en la cama, que te recorre de los pies hasta la cara para abrirte los ojos con lágrimas largas, que caen de las pestañas para lavarte los pies. Es entonces cuando el cielo parece de color sepia para despejarte la mente pero no obtiene resultado porque ni siquiera tus brazos tuvieron fuerzas para abrir la ventana. Es cuando preferiste emanar humo mientras los ojos se secan devorando letras de una historia ajena. Y es también cuando la mañana se hace larga y la tarde eterna, cuando tienes miedo de que sea mañana pero ansías un nuevo amanecer para ver si la noche acaba por fin. Te enferma tu mente que no para y que sigue avanzando a nuevas instancias donde el temor te carcome la piel para no dejarte imaginar nada más que no sea desgracia. Y los ojos se empapan nuevamente con sangre que sale de la garganta que se estruja al intentar escupir palabras para poder caer inconsciente y así dormir para no sufrir. No sabes que hacer para calmar la tormenta que se forma en tu conciencia y no encuentras nada mejor que sumergirte en hojas añejas que relatan una historia casi perfecta, te atrapas tanto que casi te vez reflejada en aquellas palabras escritas años antes. No dejas de pensar, eso te hace hundir mas y le sorprende que aun le duele. Prometiste dejar de pensar, y por más que quieras no puedes, se refleja en tus ojos un dolor ausente, un dolor consciente, un dolor antiguo que va creciendo cuando avanzan los segundos, que corren para ser hoy y para ser mañana pero al contar, recuerdas que pasaron ya meses en ausencia pero a ti ni se te paso por la mente porque te volviste un ente sin noción del tiempo ni de tu mente. Y suena una melodía que te remonta a pasados días que te afloran en la piel sentidos que creíste olvidados, no, no creíste olvidados, los quisiste olvidar pero consciente de que eso no pasaría jamás, porque temes al olvido, temes a la ausencia y temes a quererlo de vuelta.
jueves, 15 de octubre de 2009
Critales molidos
Cuando el cielo se cubría con una cortina de esferas, que explotaban convirtiéndose en cristales molidos, en el agua recién puesta, caminamos sin sentido dentro de un manto de sombra espesa que nos hacia llorar la cara mientas el suspiro nos rebotaba en las pestañas. Respiramos las lágrimas sucias que nos rodeaban la cara y sentíamos el frio que estas provocaban. Nos sumergimos dentro de las nubes que nos llamaron desde lejos para pintarnos un cuento, que no tiene final, que no tiene comienzo. Sellamos los cristales a la piel que se adormecía desde la espalda lustrando los sentires que a lo lejos nacieron por una sola razón pero sin conciencia. Mientras, rodeaban de letras las constantes somnolencias, que cegaban el cristal que se posaba junto a la demencia. Gritos crecían de cerca, de lejos y cerca. Se oían sonetos de furia que incendiaban con llamas el cielo opaco que callaba. Sentimos el olor a primavera, que se escapaba por entre los dedos, que yacían inmóviles evaporando una inquietante consistencia. Reímos contra el viento que se colaba por la boca que salía y resurgía con fuerza por la lengua que ya no ardía. Descansamos la vista de los cielos negros que tosían con espanto las hojas del árbol en trizas. Caímos rendidos dentro de un espejo sin reflejo, sucio por la mentira y por las mugres barridas. Y mientras el cielo se cubría de esferas de cristal, el tiempo al otro lado se volvía normal.
martes, 13 de octubre de 2009
Lejos muy lejos...
Lejos muy lejos, donde el tiempo sea eterno, donde el viento sople fuerte y nos vuele el pelo, donde los ojos rían y las manos bailen agitando la brisa. Lejos muy lejos se encuentra en el inconsciente de nuestras mentes que nacerán nuevamente para crear un mundo que se durmió bajo los árboles, que se ahogo un tiempo sin salir a flote porque no le veía el sentido de respirar el aire que los demás emanaban de sus bocas zurcidas por el miedo. Lejos muy lejos debe tener un brillo especial que el sol creará para poder ver con claridad lo que se hundió en las sombras de los espejos que se quebraron un millón de veces y que no quisieron juntarse por miedo a romperse nuevamente. Lejos muy lejos tiene que ser el espacio que no existe en la realidad porque la idea es ser surrealista y soñar para que todo vuelva a la normalidad. Lejos muy lejos tiene que verse desde mi ventana y de la tuya para que no nos vuelvan a encontrar y perdernos por el prado ahuyentando los malestares del sentir y del pensar. Lejos muy lejos tiene que sentirse el grito que dejé escapar unas cuantas veces porque quería respirar pero los oídos se hicieron sordos y no me dejaron continuar. Lejos muy lejos debemos botar el morral con piedras molidas que se hicieron polvo al pasar las horas que contaba el reloj del corazón, porque la mente ya no tenía razón, se quemó con la lengua que pedía perdón y se incendiaba con las lágrimas que te pedían de vuelta. Lejos muy lejos es donde vuelve a nacer el amor, donde por mol resurge del suelo y brota en una flor que volvió para no ser arrancada. Lejos muy lejos quisiera que existiese la cordura y la coherencia, donde quisiera que existiese la demencia sin razón, donde espero poder oír tus pasos nuevamente y que pateen la amargura que creció e invadió el mundo que se había deformado. Lejos muy lejos espero como nunca he esperado la llegada inesperada de un tiempo sin sentido y de un espacio que quizás, nunca existió. Lejos muy lejos te quiero llevar conmigo para no perderte nunca y quererte siempre, no olvidarte jamás y recordarte eternamente. Porque no tiene sentido vivir esperando una respuesta, no tiene sentido jugar sin tu presencia. Lejos muy lejos donde perdamos la cordura y los sentidos nos guíen para sentir el silencio de los corazones que se rompieron cuando se encontraron solos en el desierto. Lejos muy lejos está el lugar donde nos reiremos hasta no poder mas, donde las penas se irán volando, donde las lagrimas se secaran pero no en vano. Lejos muy lejos donde no seamos encontrados y disfrutemos del tiempo en que estuvimos separados. Lejos muy lejos quiero desenterrarte y volverte a la vida para sentir conmigo nuevamente tu energía. Lejos muy lejos te sentí tanto que quiero estar lejos muy lejos de tu ausencia.
lunes, 12 de octubre de 2009
De pronto se puso todo muy frío
De pronto se puso todo muy frio, el tiempo se congeló en mi espalda inmovilizándome por completo. Un tiempo sin sentido se posó en mi cabeza para aturdir lo poco coherente que quedaba. La mitad de lo que digo no tiene sentido pero ahora pareciera no haber cordura en la totalidad de mis palabras. Los ojos se clavaron en el recuerdo, ahogándose con gotas saladas. El pecho se apretó sintiendo escalofríos que fueron a pasearse por todo el cuerpo, que temblaba en una posición mientras los ojos negros recobraban la respiración. Vieron brotar el humo de la boca que se alejaba por el cielo tratando de llevarse consigo las lágrimas rotas. Pero el viento se colaba por el tiempo que yacía inmóvil en el centro de un espacio que no existía en la realidad de muchas vidas. Los oídos sordos recordaban melodías que un día quisieron cantar pero las manos las tiraron al cielo y asi se fueron volando para no regresar.
De pronto se puso todo muy frio haciendo notar que tu realidad ya no es la mía y no sé si podrá volverlo a ser, quizás las horas fueron demasiadas, quizás el tiempo me pausó el alma, quizás los meses se hicieron idiotas, y quizás, tal vez, quizás la ausencia me convirtió en un ser que no quisiera ser, pero soy, por ahora, quizás, tal vez, quizás, para no serlo nunca más. Y no sé si sabes pero el silencio es el sonido más ensordecedor, es el que te aturde la vista y la emoción, el que te empapa de los pies al corazón, el que te quema la lengua y la razón. Y no sé si crees pero a veces el alma se vuelve de lata que retumba y no deja crecer nada, no puede volar porque le pesan los pasos y los dedos quedan tiesos por lo helado. Y de pronto se puso todo muy frio en un espacio que se volvió sin sentido.
De pronto se puso todo muy frio haciendo notar que tu realidad ya no es la mía y no sé si podrá volverlo a ser, quizás las horas fueron demasiadas, quizás el tiempo me pausó el alma, quizás los meses se hicieron idiotas, y quizás, tal vez, quizás la ausencia me convirtió en un ser que no quisiera ser, pero soy, por ahora, quizás, tal vez, quizás, para no serlo nunca más. Y no sé si sabes pero el silencio es el sonido más ensordecedor, es el que te aturde la vista y la emoción, el que te empapa de los pies al corazón, el que te quema la lengua y la razón. Y no sé si crees pero a veces el alma se vuelve de lata que retumba y no deja crecer nada, no puede volar porque le pesan los pasos y los dedos quedan tiesos por lo helado. Y de pronto se puso todo muy frio en un espacio que se volvió sin sentido.
domingo, 11 de octubre de 2009
Cuatro ojos negros
Cuatro ojos negros se miraban sin sentido, reflejándose en un espacio que no existía en el tiempo. Se observaban con el fin de descifrarse, de escarbar profundo para encontrar lo que tenían escondido, un destello se asomaba de repente en ellos, pero se fundía con la sombra del miedo. Se sentían distantes y afligidos, no encontraban conexión con el cerebro, miraban el pergamino que los sostenía, que se desasía de a poco con el viento. Se aturdían para encontrar la luz que un día vieron, con la que ahora tropezaron pero desaparecía en el momento. Se miraban fijamente a las pupilas, tratando de distinguirlas entre la totalidad de la penumbra, se acordaron de lo que un día entendieron y se asombraron al visualizar que era cierto. Se desconcertaron un instante, se gritaron en silencio en medio de una desesperación que aumentaba con el pasar de los segundos, recordaron no haberse encontrado nunca, a pesar de verse un par de veces al día, pero no se conocían, se eran indiferentes ante la rutina de la vida, ante la desolación del tiempo. Acordaron no verse más nunca, prefirieron la distancia a sumergirse en un mundo alterno, se sintieron atraídos por la oscuridad de ambos, por la incertidumbre que se causaban y en consecuencia, se atemorizaron por el misterio, se llamaron a ellos mismos “ojos muertos”, que vagaron hasta encontrarse y en el acto se encadenaron y observaron. Estuvieron así, zurcidos por una fuerza extraña, descifrando, descubriendo, entendiendo sin saber que debían entender, queriendo algo que no sabían que. Trataron de encontrar nuevamente el destello, ya que no se concebían como ojos negros, opacos y sucios, en el intento lo encontraron, tintineó por un milisegundo, como avisando que estaba ahí, pero débil o quizás no quería ser visto, no quería mostrarse, el miedo lo tenía consumido, tintineaba para mostrar que estaba, que no se había ido, que seguía ahí, pero prefería estar oculto algún tiempo, así comprendieron los cuatro ojos negros que se miraban sin sentido en un espacio que no existía en el tiempo y decidieron no verse más nunca. Se deshicieron del zurcido y de las cadenas para así despedirse con un grito en silencio. Se desviaron para volver a encontrarse por última vez, así se vieron los cuatro ojos negros, opacos y sucios sostenidos por un pergamino, en este momento, ya desecho por el viento. Se alejaron lentamente en la misma dirección pero unos sin ser vistos y los otros se hallaron en el tiempo del cual se había extraído.
sábado, 3 de octubre de 2009
Espérame
Reflejan el abismo andante, sumergidos en un balde de hiel, con los vidrios empañados y las manos sobre el mantel. Despiertan con ahogo, con estrechez, sacuden la memoria y el pelo también. Espérame ahí donde sabemos, no los quiebres, no más. Déjalos soñar, observar, conocer. Déjalos respirar, déjalos volar. Espérame, que ya llego, espérame en el cielo. Dejemos el suelo, el miedo. ¿Creamos de nuevo? Vivamos otra vez, nazcamos mil veces y sintamos el doble, como ayer. ¿Tratemos nuevamente? Sin miedo y consientes, construyamos otra vez lo que quisimos demoler. Nademos contra la corriente, lo hacíamos tan bien. Pero espérame que yo te espero, recuérdame que yo te recuerdo. Siénteme que eso intento.
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