viernes, 20 de noviembre de 2009

Y se sintió inmersa en un mundo lejano

Y se sintió inmersa en un mundo lejano, con el vértigo en las manos, con la vista distante. Recorrió los cerros que la encerraban con suspiros libres, con sensaciones nuevas y, algunas, renovadas. Creyó caer desde adentro, sintió toser los males. Cambiaron sus sentires y pensares, cambió su mundo y retomó sus horizontes. Con la pena ya calmada recordó el tiempo pasado que trisó su alma pero que el tiempo la dejó tomar con las manos para parcharla. Entonces, en penumbra, olvidó los malestares liberando hacia afuera sus más sucios pensares. Descubrió la incoherencia en su mente despejándola de pronto de la tormenta latente. Y quiso entonces despojarse de la ausencia y zurcir con calma las asperezas, para volver así a lo que era antes o quizás a lo que nunca fue, pero para volver y quedarse nuevamente, para volver y sentirse flotar por sobre los árboles que se pintan de lila y verde, que se unen con armonía, para volver y nacer todos los días diferente, para volver y escupirle al viento que la dejó ausente, para volver a creer y creer con ganas y con la frente en alto siempre, respirando los suspiros ajenos, los suspiros del mundo, los suspiros de lejos. Entonces volver a armar el mundo, volver a tapar las heridas, volver y volver con fuerza de seguir y seguir adelante, de seguir con la mirada limpia, despejada. Para borrar lo borroso, para pintar las pupilas de nuevo y que ahora brillen, para que el respiro le devuelva el sentido, la cordura y la incoherencia, para hablar con y sin sentido, para volar de nuevo lejos del mundo real y crearse su propia irreal realidad y volver, volver a lo que era antes o quizás a lo que nunca fue, pero estar y crecer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario