martes, 22 de septiembre de 2009
No quiero escupirle al cielo ni arrancarle la ternura a las nubes
Y es que ya no quiero soñar porque amanezco con un sabor amargo, se me aturde la mente al ver realidades irreales, espejismos fatales. Quiero cerrar los ojos y despertar de un abismo oscuro, sin recuerdos, sin tiempo. Quiero nacer todos los días de una manera distinta, no quiero abrir los ojos y guardar piedras en mi morral. Quiero despertar suave y con la mirada seca, con los brazos lacios y las piernas rectas. No quiero escupirle al cielo ni arrancarle la ternura a las nubes, no quiero moler la tierra con el humo que nace de mi boca. No quiero seguir soñando ante espejos que me traen tu reflejo, no quiero volver a verte vagando por mi mente, no quiero soñarte amablemente. Apagar la mente sin caer muertos, recordar en blanco los papeles del secreto. Girar como las hojas en otoño, molerlas con los codos, soplarlas y olvidar todo. Sentir hielo en tus versos, calor en tus besos, arrancarte del tiempo, despellejarte con miedo. Y es que ya no quiero soñar porque amanezco con un sabor verde, con un sentir dormido, en punto muerto. Ya no quiero esperarte al dormir, no te quiero encontrar flotando en el vino rojo que se escurre entre mis manos. Porque se vuelve realidad esa gota en el fondo del rio que salió de la mente, que cae y cae, rueda y rueda, se arrastra por la piel ahogando cada poro que sintió el suspiro, que ahoga las pestañas e incendia guitarras.
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